Ayrton Senna (São Paulo, Brasil, 21 de marzo de 1960 – Ímola, Italia, 1 de mayo de 1994). Corredor profesional de F1. "El segundo es el primero de los perdedores". "Mis rivales no me quieren porque mi pecado es ser veloz". "Correr, competir, lo llevo en la sangre, es parte de mi, es parte de mi vida." "Yo quiero ser un piloto de F1 vencedor. No quiero competir por competir, vencer va ser parte de mi filosofía."
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jueves, 1 de mayo de 2014
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Ayrton Senna 1960 - 1995
La he podido ver una y mil veces y, aún así, me sigue estremeciendo cada vez. Esa última vuelta subjetiva de Ayrton Senna a bordo de su Williams me sigue poniendo la piel de gallina, me angustia, me corta la respiración. Sé lo que va a pasar, lo sé desde hace 20 años, pero cada vez que empieza esa séptima vuelta al circuito de Imola el 1 de mayo de 1994 cierro los ojos y deseo cambiar el destino.Deseo que esa cabeza dentro de ese mítico casco con los colores de la bandera brasileña se mueva. Que alce su dedo pulgar en señal de que está bien. Que salga por su propio pie del coche. Pero la secuencia es otra bien distinta y está grabada a fuego en nuestras cabezas. Nada se mueve dentro de ese coche destrozado. Los médicos intentando sacarle, su cuerpo tirado inmóvil en el suelo, el helicóptero despegando con él... Con lo que quedaba de él, porque Ayrton Senna se había ido y con él se fue un pedazo de cada uno de los amantes de la F1.Porque Ayrton era diferente, único, especial. Iba más allá de los límites porque él creía que Dios le protegía. Su fuerte creencia religiosa le dio ese don para ir más allá que los demás. Lo que no entiendo entonces es por qué Dios decidió llevárselo. Por qué decidió privarnos de ese talento. Por qué no nos dejó ver de todo lo que era capaz.Esa mañana del 1 de mayo de 1994, dentro de su monoplaza, su mirada transmitía angustia. Los que mejor le conocían dicen que nunca le habían visto tan tenso como aquel fin de semana. El viernes había visto como su compatriota Rubens Barrichello sufría un terrible accidente durante los libres que le mandaba al hospital. El sábado otro trágico accidente terminaba con la vida del joven rookie Ratzenberger. Senna no pudo con la presión y rompió a llorar sobre los hombros de su amigo Sid Watkins, médico de la FIA. Cuenta el inglés que ese día le dijo: "Eres tricampeón, eres el más rápido del mundo. Te gusta pescar. ¿Por qué no nos retiramos y nos vamos a pescar?" A lo que el brasileño respondió: "Sid, no puedo dejarlo".Así que ahí estaba Ayrton ese domingo 1 de mayo, dentro de su coche, con la mirada perdida, como la de alguien que sabe lo que le depara el destino. Senna solía leer la Biblia antes de cada carrera y esa mañana, cuenta su madre, que leyó un pasaje en el que decía que Dios le iba a dar el mayor de los regalos que era ÉL MISMO.El accidente en la misma salida entre JJ Letho y Pedro Lamy era el prólogo de lo que 7 vueltas después pasaría. El mundo entero presenció cómo Ayrton perdía el control de su coche y aún 20 años después las causas de su accidente no están claras. Lo que sí está claro es que Dios quería llevárselo con él. No tenía ni un hueso roto, ni un hematoma. Sólo un mortal golpe en la cabeza con la barra de la dirección que de haber sido 5 centímetros arriba, 5 centímetros abajo, le hubiese dejado ileso.En el interior de su destrozado coche, los comisarios encontraron la bandera de Austria con la que Senna pretendía homenajear a Ratzenberger por su muerte al cruzar la línea de meta. Pero no pudo ondearla. El destino no quiso. En cambio millones de banderas brasileñas a lo largo y ancho de todo el mundo ondearon en los días siguientes por el astro brasileño.Y 20 años después siguen ondeando. Su recuerdo sigue tan vivo como ese 1 de mayo de 1994. Nadie, ni los que no le conocimos personalmente, le hemos olvidado. Nadie. Ni los que tuvieron sus más y sus menos con él. Nadie. Porque las leyendas no mueren.